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La expectativa era mucha en whatsapp, al día siguiente se pasaría a una primera votación de tres iniciativas trascendentales para las personas LGBT+: el derecho a la libre identidad, tipificación de crímenes de odio y la prohibición de las llamadas “terapias de conversión para gays”. Para las altas horas de la noche previa, grupos conservadores ya habían ejercido presión en los diputados del Congreso del Estado de Jalisco, con cabildeo y la promesa de una manifestación al día siguiente; lograron que decidieran hacer foros de debate en torno a las iniciativas, antes de su votación final.
La tensión y la expectativa de lo que sucedería era mucha, a las 10:00 am tenían una cita con lo desconocido. ¿Cuántas personas irían de los conservadores? ¿Cuántas personas irían de grupos LGBT+? ¿Habría enfrentamientos? ¿ se congelaría la votación de las iniciativas? No quedaba otra que esperar.
04 de diciembre 10:00 hrs.
El debate, en días previos, había estado en las redes sociales y en los medios de comunicación, este día se materializaría afuera del Congreso del Estado. Por su parte los grupos conservadores se reunieron en el cruce de Federalismo e Hidalgo, marcharon hasta plaza liberación y se manifestaron en la puerta. Con consignas como “No te metas con mis hijos” y pancartas con información érronea, sobre lo que ellos creían que se trataban las iniciativas, caminaron hasta la puerta del Congreso del Estado de Jalisco.
Por su parte los grupos LGBT+ habían acordado reunirse a las 10:00 am en el quiosco de Plaza de Armas, contigua a Plaza Liberación y la entrada al Congreso. La propuesta era llevar la bandera de arcoíris, de más de 60 metros de largo de Jaime Cobián, y llegar caminando hasta la entrada al congreso.
Los días previos, la coordinación de los LGBT+, estuvo en un chat de whatsapp con 15 personas representantes de colectivos, asociaciones civiles, instituciones de profesionales y funcionarios de gobierno. “Con 20 personas que vayamos mañana para cargar la bandera la hacemos”, escribió Jaime Cobián, activista con más de 30 años en la lucha por el reconocimiento de las personas LGBT+. Teniendo 15 representantes de grupos y organizaciones en el chat, la tarea parecía sencilla.
La noche antes, la incertidumbre se apoderaba de todas y todos en ese chat. “Me habló una persona muy preocupada, que el día de mañana los grupos conservadores llevarán como un millón de personas para la manifestación de mañana” nos compartió Juan Francisco Padilla. El fue el principal contacto con el diputado Salvador Caro, autor de la iniciativa, y quién era el enlace de trabajo con el equipo del diputado. Juanfra, como lo nombran sus amigos, es un sobreviviente de los Esfuerzos para Corregir la Orientación e Identidad Sexual (ECOSIG), comúnmente llamadas “terapias de conversión”, a las que lo obligaron a ir por más de tres años, para “curarse” de ser gay.
Mientras que los mensajes no dejaban de correr la noche previa, este día a las 10:30 am, no habían llegado más que cinco personas. La bandera ya estaba lista para ser desdoblada y mostrar su esplendor en la puerta del congreso. Lo que no estaba listo era el equipo que la ondearía con orgullo a través de Plaza Liberación. Dos personas pidieron una disculpa por no poder asistir, debido a que no lograron conseguir permiso en su trabajo. Se entiende, ya que no es el trabajo remunerado al que nos dedicamos de muchos de los que nos sumamos. Pero en el chat quedaban 8 personas más con todo y las instituciones que representan.
Yo iba tarde, por las mismas razones de trabajo. Pero tenía que acudir y hacer presencia en apoyo a la aprobación de estas iniciativas que significarían un alivio y la salvaguarda de la vida de muchas personas LGBT+, quienes debido a la discriminación pudieran llegar incluso hasta suicidios, como algunos casos de víctimas de los ECOSIG.
Arribo a Plaza Liberación, caminando en sentido contrario de calle Hidalgo; a una cuadra de distancia, observo un cúmulo de gente vestida de blanco que obstruyen la circulación de la calle. Alrededor de unas 80 personas con pancartas y altavoces gritando: No te metas con mis hijos, que los padres de familia tienen el derecho instruir a sus hijos en el camino del bien, orientarlos y mucha más información que claramente, sus líderes tergiversaron para evitar que se apruebe, en específico, la ley de identidad y la prohibición de los ECOSIG.
Paso a un lado del contingente conservador y veo que están conectando unas bocinas grandes, osea, traen todo listo para el show. Sigo adentrándome en la explanada de la Plaza Liberación, buscando a las 5 personas LGBT+ que dijeron estaban ahí, conforme a lo acordado un día anterior. Sigo caminando y justo a una lado del asta central de la plaza encuentro a Jaime Cobián, Juanfra Padilla, Carlos Arpio, Genaro Martínez, Gerardo León, Leonardo Espinoza, Candy Chavez, Jaime Aurelio y Lilia Ruiz. Todos reunidos alrededor de un bulto de tela de como 50 centímetros de alto, envuelto en una manta color azul. Regreso mi mirada hacia la entrada al congreso y veo a las más de 80 personas lanzando consignas en contra de las iniciativas. Lanzo una pregunta al aire: ¿Y ahora qué vamos a hacer? Con todo el miedo y el escepticismo que ello implica; incluso con las ganas de que me respondieran: pues vámonos, no hay nada más qué hacer aquí. Todos nos mirábamos entre nosotros y volteamos a ver al grupo de blanco, el de los conservadores. Definitivamente estábamos en desventaja.
Nadie respondió mi pregunta. Jaime Cobián comenzó a desenredar la manta azul que estaba a sus pies y los colores del arcoiris comenzaron a surgir. “Agárrala de la punta y jálale para allá, Juanfra”. Sin dudarlo, Juanfra tomó una punta y comenzó a caminar para desdoblar la bandera. Carlos, su esposo, tomó la otra punta y comenzaron a cruzar la plaza con la frente en alto para extenderla a lo largo de la plaza.
Tener una bandera gay de 60 metros de largo no es tarea fácil. Desde saber cómo doblarla para guardarla, tener un lugar para almacenarla, tener la fuerza para poder cargarla y trasladarla a los eventos, no es cosa menor. Jaime ha llevado esa bandera de 540 m2 a 30 municipios de 26 estados de la república, por lo tanto sabe perfectamente la mecánica para exponerla y guardarla. Todas y todos seguíamos sus indicaciones.
Nos fuimos sumando a tomar una parte de la bandera y moverla hasta que quedara extendida a lo largo de casi media Plaza Liberación. Todas y todos con la mente en alto, sin un plan específico, solamente con la consigna de mostrar que la diversidad estaba presente y que estábamos ahí para defender las libertades en Jalisco.
Nos situamos junto a la fuente cercana al Teatro Degollado; pareciera que de forma inherente la frase grabada en los alto de éste teatro nos cobijaba: “Que nunca llegue el rumor de la discordia”, frase que algunas personas interpretan como que no se debe permitir que llegue a nosotros la calumnia, los chismes o la desinformación. Justo ese era el objetivo de estar ahí este día, 10 personas, coloreando una plaza pública con el arcoiris, haciendo frente a la desinformación de grupos conservadores.
En un extremo de la bandera, de cara al grupo numeroso de conservadores, estaban Juanfra y Jaime, erguidos, con la frente en alto y con la sensación que de que detrás de ellos estábamos muchas más personas LGBT+ de las que éramos en realidad, para hacerlos fuertes en esta acción que no sabíamos en qué terminaría.
De pronto, comenzaron a llegar cámaras, micrófonos y personas con libreta en mano. Sin tener certeza cómo, los medios de comunicación comenzaron a entrevistarlos: ¿Qué es lo que proponen las iniciativas? ¿Creen que puedan pasar? ¿Cuáles son las exigencias de la población LGBT+?, a lo que Juanfra, impulsor de la iniciativa, Jaime, del Congreso Nacional LGBTTTI+ y Leonardo , de Codise dieron respuesta. “Estamos a favor de la vida, por eso buscamos que se prohíban estas terapias” “Yo viví estas terapias por más de tres años y fui testigo de personas que se suicidaron” “No queremos que los padres no puedan orientar o educar a sus hijos, eso es falsa información” y así poco a poco iban respondiendo a las falacias que los grupos conservadores llevaban de consignas.
De pronto todos los medios estaban con las 10 personas que habíamos pintado la plaza con los colores del arcoíris, a lo que dos mujeres vestidas de blanco se acercaron y comenzaron a reclamar a los medios: “¿Por qué no nos entrevistan allá?” “¿Por qué le prestan atención a tan pocas personas?” “Son imparciales y cubren los que les conviene” decían mientras caminaban detrás de los reporteros y las cámaras. Nadie les hizo caso en el momento. Después de acabar con las entrevistas dos reporteras se acercaron a entrevistarlas.
Todos los que estuvieron en la plaza se pararon al frente de la bandera, tomaron uno de sus costados, la ondearon por lo alto y miraron fijamente a las paredes del congreso, como lanzando un mensaje no hablado de aquí estamos, puede que no seamos tantos como ellos, pero estamos seguros que los derechos de las personas no se someten a consulta.
El grupo de conservadores seguían gritando y mandando mensajes a través de las bocinas que ya habían instalado. Para nosotros no quedaba más que retirarnos. Varios teníamos que regresar a trabajar, a otros ya los habían buscando de su oficina. Para los de blanco, quizá ese era su trabajo, quizá de eso dependía su ingreso, al seguir ofertando este tipo de “terapias” que son puras falacias. Para las 10 personas que pusieron en el cuerpo ante la manifestación, era una convicción y un respiro para salvar a aquellas personas que sufren violencia a diario por su identidad u orientación sexual, quienes día a día tienen que sufrir comentarios, golpes o incluso ver de cerca la muerte de otras personas a causa de este tipo de terapias.
Un grupo de evangélicos se acercó a dialogar con Jaime, a cuestionar lo que estábamos defendiendo. Duraron más de 15 minutos platicando. Ellos vestían de blanco, habían marchado y habían gritado consignas a la puerta del Congreso de Jalisco. Al retirarse, Jaime comentó que a ellos les habían planteado un contenido completamente diferente a lo que en realidad son las iniciativas. Les habían dicho que ni los padres, ni los psicólogos, ni los sacerdotes, ni los guías espirituales podrían orientar ni decir nada a los niños. La realidad es que con la iniciativa de las ECOSIG, solo se busca prohibir la impartición de estas llamadas terapias que varias organizaciones nacionales o internacionales han certificado sobre su verdadero efecto en las personas: depresión, odio a ellos mismos y en ocasiones hasta el suicidio.
No nos quedaba más qué hacer ahí. Eran las 11:30 y la sesión en el congreso estaba por iniciar. Doblamos la bandera gigante y todos nos despedimos, confiando en que al menos en esta ocasión no importaría la cantidad de los que nos manifestamos a favor de la aprobación de estas iniciativas, si no apostándole a la congruencia y el respaldo a los derechos humanos, por parte de los diputados y diputadas que tendrían que votar estas iniciativas.
Mientras caminaba de regreso por la misma calle por la que llegué, recordaba una imagen y un sentimiento que se quedará grabada en mi mente para siempre: La determinación de Jaime y Juanfra para plantarse en el espacio público, frente a un grupo de casi 100 personas conservadoras enardecidas por las mentiras de sus dirigentes. La manera en que caminaron al frente del grupo y el soporte que brindaron todos los demás, caminando hacia lo desconocido, poniendo el cuerpo por una causa legítima para ellas y ellos. Eso sin duda es un recuerdo que me pone la piel chinita y merece mi admiración. Sin ellos, no sé, incluso, si hubiera tenido la fortaleza de permanecer en el lugar.