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Lisboa. Los secretos de la dama imponente.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Lisboa RobsmxLisboa.- Al dejar el tren, en el centro de la ciudad, me pude dar cuenta que ella llevaba ahí más años de los que me imaginaba y tenía más historia de la que conocía.

Se sostuvo frente a mi esa señora elegante, con un aire de decadencia que aun reflejaba sus años de gloria que vivió, ahora desaparecidos. Pero siempre estuvo de pie para enfrentarse, arriesgarse, conquistar y seguir lo que su intuición le indicaba. Algunas veces triunfó, otras veces perdió, pero ahí está sonriente y llena de secretos que te erizan la piel.

Lisboa, la gran ciudad del río Tajo.

Sólo pude estar por corto tiempo en Lisboa, tuve un día y una noche para descubrir los secretos que tenía para mi. Me prometí volver en la primera oportunidad.Lisboa robsmx

Me instalé en el hostal y lo primero que hice fue salirme a caminar. Siempre he creído que la mejor manera de conocer una ciudad es caminarla lo más que los pies nos lo permitan. El lugar elegido para esa noche era el Mercado Da Ribeira. Ubicado junto a la orilla del Río Tajo, uno de esos mercados con gran historia que han sido remodelados y han creado un espacio muy chic para degustar la gastronomía de la ciudad.

La decisión era difícil entre tantos restaurantes, donde todos te ofrecían la “comida típica de Lisboa”. Me decidí por probar el bacalao de un lugar donde me me explicaron los platillos con un portuespanglish básico para comunicarse con los turistas, como yo.

Dicen que cuando viajas solo te pasa todo, menos estar solo. Mientras caminaba debajo de una estructura de metal antigua, vestida con una decoración muy contemporánea, conocí a Manuel. El era un hombre cubano radicado en Colombia que se encontraba sentado junto a mi, en las mesas comunales. Ahí lo conocí, donde la tradición y los placeres gastronómicos están al servicio de los paladares más exigentes.

– Salud ¡¡¡
– Ammm – levanto torpemente mi vaso de refresco.
– Así no se brinda y menos en Lisboa.

Pidió dos copas y una botella de vino blanco portugués, para probar los productos locales. Mientras brindábamos,  intercambiamos experiencias de viaje y conocíamos más de cada uno. El llevaba viajando mes y medio por varias ciudades de Europa a manera de un “break” que tomó en su vida personal y profesional.

Manuel se encontraba en una etapa donde necesitaba un respiro.

“Tenía mi pareja, ya no, tenía un muy buen trabajo, lo dejé, tengo mis amigos, pero… (siempre hay un pero acompañado de un silencio corto pero profundo) había algo que me decía que tenía que salir de mi zona de confort. Decidí vender un departamento que tenía y emprender un viaje de 3 meses por Europa, ésta es mi sexta semana”, me platicaba Manuel mientras giraba el vino de su copa para airarlo.

Muchas veces los viajes te dan lecciones en el momento que menos te lo esperas. En ese momento me sentí muy identificado, ¿cuántas veces nos hemos atrevido a tomar riesgos y seguir nuestros instintos?, a hacer realidad nuestras corazonadas y apostarle a nuestra intuición.

Esa noche Manuel se convirtió en mi compañero de viaje y de fiesta, nos fuimos por los bares de Lisboa. Era martes, pero eso no impidió encontrar lugares llenos de vida, de personas disfrutando de la noche que les entregaba la ciudad. En ese momento y por esa noche, también era mi ciudad.

Al despedirnos decidí caminar para regresar al hostal y ver qué más me deparaba Lisboa, sus secretos de una noche de martes. Al día siguiente la conocería bajo el sol, brillante y rozagante, en pleno apogeo. Pero en ese momento era de noche, el momento ideal para que las ciudades te cuenten otras historias en medio de la calma que nos brinda la luna.

A la mañana siguiente.

Me dispuse a recorrer los barrios y las atracciones que tiene Lisboa, subir y bajar sus calles, conocer el Castillo de San Jorge, caminar el inigualable barrio de Alfama y ver el atardecer en la Plaça do comercio. Fue impresionante conocer su historia, incluso más ancestral que la misma Roma, y el importante papel que tuvo en el descubrimiento del “nuevo mundo”.

Lisboa 03Ése día aprendí algo muy importante de una dama que ha sido referencia mundial, que se ha caído y que se ha levantado, que ha sufrido y que ha gozado. Una dama que encuentra su deleite en que propios y extranjeros conozcan su historia; los cuida y los arropa para que se sientan como en casa.

Sus calles me susurraron una verdad que la hice mía en ese mismo momento: todas las ciudades tienen secretos que quieren contar, lo único que tenemos que hacer es dejarnos seducir por su historia, acariciarlas, caminarlas y estar atentos para que nos muestren lo que tienen guardado para nosotros.

Cada persona y cada visita es una historia diferente, con versiones distintas de una misma ciudad.

Quedé para cenar con Manuel.

– Y ¿qué vas a hacer ahora que termines el viaje?
– No sé, dejaré que la vida me sorprenda. En éste viaje me ha sorprendido bastante y creo que lo hace muy bien.

Cada quien siguió su rumbo. Yo regresé y él continuó visitando otras ciudades. Sus palabras se quedaron muy grabadas en mi. Un miércoles, en Lisboa, comiendo bacalao las hice parte de mi.

Y tú, ¿Cuándo dejarás que la vida te sorprenda?
Robsmx NYC

Nueva York, favores viajeros.

Tiempo de lectura: 5 minutos

robsmx

Cada que pienso en Nueva York algo raro pasa en mi. Imágenes vienen a mi mente, sensaciones recorren mi cuerpo, olores inundan mi nariz. Es que hablar de NUeva York no es solo hablar de una ciudad, es hablar de toda una manera de ver y vivir el mundo. Es hablar de la forma que nos sentimos con el solo hecho de recorrer sus calles y de siempre voltear a las alturas para tratar de divisar el final de los miles de edificios que nos rodean.

Nueva york es una ciudad que no deja de sorprendernos como visitantes y que por el sólo hecho de recorrer sus calles, cualquier cosa puede suceder. Desde la gran historia de amor que siempre hemos soñado, hasta encontrar el hot dog más delicioso que podamos (aunque nos podríamos llevar una gran decepción al probarlo frío y seco). Pero así es Nueva York una vorágine de historias que la hacen única.

A mi me pasó, sentir la magia que la hace única. Quizá seamos nosotros mismos los que provocamos (evocamos) vivir esas historias.Robsmx favores 03

00:30 hrs.

Dejar la ciudad nos provoca un sentimiento de tristeza, de nostalgia y una necesidad de no querer dejar de caminar entre multitudes y edificios; si a eso le sumamos el apuro de no haber tomado en tiempo el autobús para llegar al aeropuerto y le agregamos la frialdad del aeropuerto, podemos pensar que fue una noche demasiado triste: dejar nueva york, Ir tarde y estar perdido entre mostradores de registro.

Aquél día, por primera vez, pude sentir la frialdad de un aeropuerto. 00:30, locales y tiendas cerradas, pasillos vacíos, áreas a medio iluminar, pocas personas que te puedan orientar; pero creo que lo más vacío eran mis ganas de irme y eso lo observaba en cada persona que caminaba junto a mi, con su maleta y chamarra al hombro.

00:45 hrs. Más de una hora para abordar mi vuelo.

Después de 12 horas sin probar alimento, mi estómago se encarga de recordarme que no solo mis emociones y el aeropuerto están vacíos. Qué más da olvidarse de uno mientras tratas de guardar todos y cada uno de tus últimos momentos en la gran manzana.

Mis dólares se acabaron justo al momento de pagar el camión al aeropuerto. ¿Para qué necesitaba más dólares al entrar a México? Dentro del Aeropuerto estaba a salvo, el paraíso de las divisas y de las tarjetas de crédito.

1:00 hrs.

Rob, camina los pasillos a medio iluminar, no encuentra nada de comida. Rob camina por otro pasillo desolado, nada de comida. Rob encuentra una máquina dispensadora de comida. Su estómago cruje. Sólo acepta dólares (lógico ¿no?). Rob sigue caminando, pensando en esperar a la comida del avión en aproximadamente 90 minutos. Sigue caminando con la esperanza de encontrar algo, literal: algo.

1:10 hrs.

Rob (yo) está (estoy) apunto de desfallecer (en mi mente) y veo al final de otro pasillo largo, solo, medio iluminado y abandonado, una gran M iluminada que indica que hay un Mc donalds.  Mi cara se ilumina y literal sigo la luz al final del pasillo.

Llego, me formo, sonrío, y me dirijo a la caja.

– Qué paquete desea (en inglés obviamente)
– La big mac doble, please (ahora si, verdad)
– Perfecto ( preguntas y más preguntas sobre papas, hamburguesas y refrescos)
– Serán 12 dólares, please (otra vez, pa que no digan)
– Claro – Saco la tarjeta de crédito.
– No señor (desde que me llaman señor no me gusta) su tarjeta no pasa
– Mmm – Pienso para mi: pero es la tarjeta que he estado usando en todo el viaje y no había tenido problema alguno.
– Pásala otra vez, please. – Detrás del mostrador cruzaba los dedos.
– No, no pasa.
– A ver prueba con esta otra – saco otra tarjeta y comienzo a rezar en mi mente.
– No, tampoco pasa. ¿No tiene otra forma de pago ?

En ese momento recapitulé toda mi hazaña por el aeropuerto para poder alimentarme. La estaba saboreando y al mismo tiempo veía tan lejana mi hamburguesa, un sentimiento encontrado. Otra forma de pago no tenía, estaba seguro que era su lector de tarjeta el que no funcionaba, pero atrás de mi había más personas (me imagino en condiciones de hambre similares) y decido retirarme para esperar a los “deliciosos” baguettes fríos del avión.

Muchas gracias, así está bien.

1:18 hrs.

Me salgo de la fila, decido a regresar por ese pasillo oscuro que momentos antes me había traído a la luz del Mc donalds.

Oiga señor, señor ¡¡¡ – Oía que gritaban a lo lejos, pero mi mente estaba negociando con mi estómago para ser fuertes y resistir.
Señor – En eso volteo y la chica me hace regresar a la caja – Está pagada su hamburguesa.

¿Cómo? Le trato de explicar que no fue exitosa mi transacción, que no era mi orden. A lo que la chica me explica que el señor que estaba detrás en la fila, lo había pagado. Volteo y observo que él (el alma caritativa) estaba recibiendo su bebida, me acerco y le doy las gracias, a lo que responde: You´re welcome¡¡¡ y se va. Así sin decir nada más.

Había pagado mi cuenta de 12 dólares, mientras su compra fue de 1.5 dólares, por un agua natural. No entendía qué había pasado, no tuve tiempo de agradecerle, no tuve tiempo de platicar con él. Sólo lo veía retirándose por ese pasillo largo y a medio iluminar. No supe si sintió lástima por mi, no supe si sintió compasión por mi, no supe si sintió solidaridad conmigo. Así que decidí tomarlo como un regalo final que me hizo Nueva York.

1:20 hrs.

Mientras comía (por fin), pensé en lo que me acababa de suceder. Primero agradecí que aún existan este tipo de personas que se solidarizan con otros sin esperar nada a cambio. De manera personal decidí aceptarlo y ponerlo en mi lista de favores recibidos mientras viajo. En la próxima ocasión que encuentre algún viajero en apuros lo ayudaré sin pensarlo ni esperar nada a cambio.

Robsmx favores 02

 

 

De esta anécdota aprendí tres cosas:

1.- Nueva York nunca deja de sorprenderte, 2.- Aún existen personas que se solidarizan con extraños sin esperar nada a cambio, 3.- Mientras viajas hay una especie de intercambio de favores no acordado: un día te toca ayuda de alguien extraño, otro día te conviertes en ese extraño que ayuda a alguien. 

Pd. Al llegar a la sala de abordar, entré a una tienda de libros (la única que estaba abierta) y compré un libro (aquí si pasó la tarjeta) para leer en el vuelo de regreso. Entonces, decidí dejar ese libro en un sillón del aeropuerto, quizá ése libro podría ayudar a algún otro viajero en alguna otra situación. Esa fue mi manera inmediata de retribuir algo de lo recibido.