Siento el mar, siento la calma
siento la cadencia, siento el calor
siento el sabor, siento la arena
siento tu olor… siento tu olor…
Me han dicho que los que somos de mar tenemos una cadencia especial,
una cadencia al vivir, al amar, al salir, al correr.
Yo sé que la genética de los que somos de mar es diferente,
sabemos mirar al horizonte y proyectar nuestros sueños,
sabemos tener los pies en la tierra, por lo general, enterrados en la arena.
Los que somos de mar nos solemos desvelar escuchando nuestras emociones,
solemos caminar bajo la luna con sentimientos a flor de piel,
solemos cantar con los ojos cerrados,
solemos perder la mirada cuando una canción nos llena.
Los que somos de amar no cerramos los ojos al besar,
observamos, escuchamos y desciframos.
Los que somos de mar suspiramos y soñamos
en colores nítidos con un poco de blur.
Los que somos de mar no somos de aquí ni de allá,
nuestro bautizo fue una noche en la playa al sonido de las guitarras,
con una voz de mujer cubano-francesa
y una luna que fungió como la joya heredada décadas atrás.
Y ahí, solamente ahí, el mar nos adoptó.
Por: Rob Hernández / @Robsmx
Agosto 2014